sábado, dezembro 30, 2006




I am very very proud to be a part of this.

sexta-feira, dezembro 22, 2006




Feliz Natal, Merry X-mas, Feliz Navidad i Bon Nadal!

A todos: Um Natal como manda a sapatilha!

quinta-feira, dezembro 21, 2006




Ser Tomate Musculado, nos Prémios Rosa-Cueca 2006, não é pouca coisa.

Gracias a ti Guapíssima, por lo linda que eres y por todo lo bueno!

sexta-feira, dezembro 15, 2006





No ifs or buts. Whatever the general did for the economy, he was a bad man.


Gosto muito, muito do Chile. Gosto do país, do ar seco de Santiago com os cerros à volta e os Andes ao longe. Gosto dos meus amigos chilenos, do restaurante do JL, das ostras, dos incríveis vinhos, da neve da cordilheira, do deserto de Atacama, das humitas, do Pacífico gelado e das encostas de Valparaíso.

No Chile, morreu uma sombra e um fantasma. Morreu, também um canalha e um traidor.
Morreu quem mandou matar o presidente que o fez comandante en jefe del Ejército e fez assassinar, no exílo e por despeito, o General Carlos Prats, seu antecessor no cargo e que o tinha recomendado como seu substituto. A este, negou depois, as honras devidas de um funeral de Jefe del Ejército. Honras estas que a democracia há dias lhe concedeu.

Na primeira vez que estive no Chile, falar de Pinochet era estragar um jantar ou uma noite de amigos. Era falar de deus ou do diabo. Antes da eleição de Ricardo Lagos, socialismo era uma palavra ainda ofensiva para muitos. Os crimes e as perseguições eram um assunto incómodo e nubloso. A detenção do ditador em Londres foi, considerada por muitos, uma ofensa ao país. Uma amiga dizia-me que preferia que Pinochet morresse, para sair da vida das pessoas e do país, sempre pendente do que fazia ou do que deixava de fazer. Uma sombra.

Das vezes que fui voltando, o país pareceu-me, sempre cada vez, melhor. Mais aberto, mais dinâmico e desenvolvido e com menos polícia na rua. Foi curioso ver pais de amigos meus, pinochetistas convictos, dizerem-me há um ano, que votariam em Ricardo Lagos - antes o anti-cristo socialista - se este se pudesse voltar a candidatar.
Os fantasmas vão desaparecendo, aprodrecendo. Diz o Juíz Baltasar Garzón que morto o principal responsável, a investigação segue o seu rumo. O Chile agradece.
O país é um modelo de estabilidade económica e a outros níveis, no continente. Há um ano, voltou a escolher um socialista, sem folclores nem boinas vermelhas, para presidente. Desculpem, UMA socialista! Num país onde o divórcio se tornou legal há 2 anos, não será pouca coisa.

Quanto ao pretenso mérito do ditador, no sucesso económico do país. Think again. Vão aos livros, leiam os relatórios e falem com os economistas. Depois pesem se o que esse pulha fez, e acumulou, valeu os mortos, os perseguidos, a operação condor e um país dividido. Cada um é, aquilo que escolhe. Mas isso não interessa. "…no sabes como está limpio el aire en este país!", dizia-me, há dias, uma amiga.
Vamos Chile!


Se reencontraron el otro día, en Oviedo. 70 años les separaban desde la niñez. Ahora andan por los 90. La última vez que se vieron se disparaban sin ganas desde dos frentes opuestos.
Antes, en aquellos tres años (1936-1939) se habían visto varias veces. Casi como en el pueblo, antes de cargarse con el fusil. Estaban donde les pilló. Vivían en Pola de Siero y no tuvieron opción.
Uno estuvo siempre con los nacionales, era demasiado joven para tener ideología, había comenzado a trabajar en la mina y su casa, su calle y su historia lo metió en un bando.
El otro fue a la guerra porque su madre se empeñó. ¡Eran tantos hermanos! ¡Y todos a pegar tiros por el monte en lugar de trabajar y traer dinero a casa!
Cosas de los hombres, ya se sabe.
Vete tú, que tu hermano se quede para bajar a la mina y traer dinero con que compraros de comer.
Y allá fue. Era el pequeño, el saber de su madre se impuso. Quedó el que mejor trabajo tenía cuando ya los mayores andaban en la montería fratricida.
Empezó con los rojos. Minero (nuevo), pero minero, ¡qué carajo!
¡Hostia -pensaba-, pero qué mal se come aquí! Todo el día echado al monte disparando sombras que no ves. O peor, se quedaban amartillados en las trincheras, a unos metros, viéndose las caras, como cuando se las veían en la plaza o al entrar en la galería. Compañeros.
Cuando los oficiales se marchaban pegaban tiros a los sacos terreros, afinando para no darse unos a otros, pero que se viera qué buenos soldados eran.
Un día dejó a los rojos. En el frente un amigo le dijo que con los nacionales se comía mejor, tenían más balas y el equipo daba más abrigo.
Así que se cambió de bando. La tía se había cansado en el Naranco, cerca de Oviedo, de traerle comida caliente. Eran demasiados hermanos, pegaban demasiados tiros y no había mucho de comer después de tanto tiempo de guerra.
La última vez que se vieron estaban allí. En el Naranco. Cada uno a un lado. Gritaban para preguntarse por gente del pueblo. Disparaban cuando se acercaban los oficiales. Hablaban cuando se alejaban.
La puta guerra. Con lo felices que estaban empezando su vida de mineros. Y las fiestas de La Pola. Venían mozos y mozas hasta de Somiedo y Babia.
Y estos a tiros.
90 años. Una vez se quedó dormido. Exhausto. Tanto que se fueron los suyos. Cuando despertó estaba con los otros. Uno de cerca lo reconoció: "Calla y ven con nosotros", le dijo. Fue una de las veces que cambió de bando.
En cuanto pudo volvió al otro. Sólo porque su tía llegó con la comida y no lo encontraba. Lo daban por muerto. ¡Leches! 90 años, tú. Y encontrarse así, en una calle de Oviedo. Y reconocerse.

segunda-feira, dezembro 04, 2006



Em Barcelona. trabalho e mais trabalho, mas bem. Tempo para um concerto alucinante, pizzas com os amigos, livros e delírios tipográficos.