segunda-feira, maio 31, 2004



"Lula representa, todavía, una gran esperanza para Brasil y para el mundo: la idea de que otra política es posible. Y sin embargo, cada día que pasa, su voluntad política y su firmeza de convicciones se van enredando en la maraña de las estrategias financieras y las maniobras políticas. Aún pueden reaccionar, tanto él como su partido. En eso confía mucha gente de buena fe en Brasil y no sólo del entorno de Lula. Pero no hay mucho tiempo para ello. Y no por las elecciones (aún faltan más de dos años), sino porque la castigada alma brasilera ya está al límite de su decepción. Ayudar a Lula, dentro y fuera de Brasil, es contribuir a recrear una esperanza para el gran país de la eterna promesa frustrada. Pero es necesario restablecer la realidad del Gobierno de Lula más allá de su mito. Un presidente no puede ser sólo un símbolo. Tras poner en orden la economía más grande de América Latina, es tiempo de reformar la sociedad más injusta del continente."
MANUEL CASTELLS, La Vanguardia, 29.05.04