...
"1961. San Salvador da Bahia.
Amado.
Y mientras el Guilo Mentiras espanta la muerte en México, en Brasil el novelista Jorge amado inventa un capitán que espanta a la soledad. El capitán, cuenta Amado, desafía huracanes y fuegos fatuos y atraviessa maremotos y negros abismos mientras convida a los vecinos del barrio con tragos preparados según las recetas de un viejo lobo de mar de Hong Kong.
Quando el capitán naufraga en las costas del Perú, los vecinos naufragan. A los vecinos, tímidos funcionários, jubilados enfermos de aburrimiento y reuma, se les estruja el corazón quando se ven venir una montaña de hielo que avanza contra el navío, a babor, en el brumoso mar de Norte, o cuando el monzón sopla furiosamente en el mar de Bengala. Todos tiritan de placer cada vez que el capitán evoca a la bailarina árabe que mordía uvas jugosas mientras danzaba en la arena de Alejandría, sin más ropa que una blanca flor en la ingle.
El capitá nunca ha salido de Brasil. Jamás ha pisado un barco, ni un bote siquiera, porque la mar lo marea, pero se sienta en la sala de su casa y su casa se echa a navegar y llega más lejos que Marco Polo o Colón o los astronautas"
EDUARDO GALEANO, Mémória del Fuego - El Siglo del Viento.
"1961. San Salvador da Bahia.
Amado.
Y mientras el Guilo Mentiras espanta la muerte en México, en Brasil el novelista Jorge amado inventa un capitán que espanta a la soledad. El capitán, cuenta Amado, desafía huracanes y fuegos fatuos y atraviessa maremotos y negros abismos mientras convida a los vecinos del barrio con tragos preparados según las recetas de un viejo lobo de mar de Hong Kong.
Quando el capitán naufraga en las costas del Perú, los vecinos naufragan. A los vecinos, tímidos funcionários, jubilados enfermos de aburrimiento y reuma, se les estruja el corazón quando se ven venir una montaña de hielo que avanza contra el navío, a babor, en el brumoso mar de Norte, o cuando el monzón sopla furiosamente en el mar de Bengala. Todos tiritan de placer cada vez que el capitán evoca a la bailarina árabe que mordía uvas jugosas mientras danzaba en la arena de Alejandría, sin más ropa que una blanca flor en la ingle.
El capitá nunca ha salido de Brasil. Jamás ha pisado un barco, ni un bote siquiera, porque la mar lo marea, pero se sienta en la sala de su casa y su casa se echa a navegar y llega más lejos que Marco Polo o Colón o los astronautas"
EDUARDO GALEANO, Mémória del Fuego - El Siglo del Viento.
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